Suena y suena últimamente en todos los foros laborales la frase “estamos trabajando por la igualdad de género”, ¿en qué consiste esta abnegada labor?, es moda o de verdad los estados, las empresas y las personas buscan una paridad de género.
Existen varios estudios realizados por ONU Mujeres que indican que la brecha salarial entre hombre y mujer disminuirá como en 200 años y lamentablemente esto se origina desde la educación de nuestras niñas. Muchas de ellas porque no han terminado el bachillerato y otras porque deciden no estudiar carreras técnicas ya que ven en el género una debilidad. Hay que tomar en cuenta que, de las graduadas de educación secundaria, solo el 39% ingresa a la universidad. También, se debe enfatizar en la falta de escolaridad, ya que existen países que aún revelan tasas de analfabetismo femenino que supera el 20% según el World Economic Forum.
Para hacer una referencia respecto de los cargos públicos, fijémonos que solo 17 mujeres en la actualidad son jefas de Estado, habiendo 149 países en el mundo, es decir el 11%, a pesar de esta información, no todas son malas noticias, en los temas de paridad política nos faltan 107 años para equiparar a los hombres y no lo digo en tono sarcástico, lo digo con la convicción de que si continuamos trabajando en políticas públicas más justas esta brecha podría disminuir y tal vez nuestras nietas alcanzarían a gozar por primera vez de una verdadera paridad en algún sector de la sociedad.
Las mujeres profesionales siguen luchando por llegar a puestos gerenciales dentro de las compañías, pero menos del 35% de estos cargos son ocupados por mujeres y se mantiene la diferencia salarial, así las actividades sean las mismas.
No se trata de una lucha de género o de superioridad, se trata de igualdad en el legítimo respeto de las diferencias que tenemos, porque efectivamente no somos iguales, pero si debemos asumir las mismas obligaciones y los mismos derechos frente a las responsabilidades del hogar, de la familia y por supuesto del trabajo, este es un balance saludable para hallar esperanza en las condiciones de vida de las mujeres que en la actualidad siguen trabajando sin tener una remuneración justa y otras sin salario al realizar las labores dentro de casa.
Los cambios deben empezar por las propias mujeres, al elegir la película dirigida o protagonizada por una mujer, al votar para representantes en cargos públicos por mujeres eficientes y prolijas, acudiendo a doctoras especializadas en la rama que necesitemos para que cuiden de nuestra salud, por citar algunos ejemplos; esto se llama sororidad, estar unidas y respetarnos como las mujeres que somos sin importar nuestra orientación sexual, credo o religión.
El empoderamiento femenino inicia al cuidarnos entre todas, dejando los juicios de valor, la crítica y fortaleciendo círculos en todos los ámbitos de la sociedad que permitan el desarrollo de habilidades y el crecimiento profesional.
Muchas empresas están trabajando por esta paridad, sin discriminación porque no se trata de dejar al hombre sin trabajo sino de establecer políticas que favorezcan a ambos géneros como un todo, como un conjunto uniforme dentro de la sociedad. Impulsar a mujeres en nuevos emprendimientos productivos, colaborar con una educación financiera que permita que ellas puedan ahorrar y satisfacer sus propias necesidades, estos son algunos de los objetivos en los que debemos trabajar para edificar sociedades más justas y en concordancia con el objetivo 5 de Naciones Unidas sobre Igualdad de Género.
Entonces, ¿es una moda la igualdad de género?, no, no lo es, es una necesidad, es un grito desesperado que lleva 164 años desde la primera vez, en 1857, cuando las mujeres se organizaron en Nueva York y fomentaron una huelga que buscaba condiciones dignas, justas y humanas de trabajo. Desde ese momento hasta ahora, las mujeres no nos hemos detenido en la búsqueda de la reivindicación de la sociedad hacia nuestros derechos.
Gina Oleas Suraty
08 de mayo de 2021